Años atrás tuve la oportunidad de
compartir con un grupo de compañeros un gran despertar, después de estar
inmersos día a día en una lucha continua con las metas, el tiempo, la
frustración, el conformismo y la ansiedad… Encontramos una razón para continuar, pero de una manera distinta. Nos inspiró la
letra de una canción, “¡Vuela alto, no te
rindas!”, citaba el coro. Ese día las voces de una veintena de personas
resonaban en mis oídos, sentí una enorme sensación de poder alcanzar lo que
buscaba y hoy puedo decir que viví un despertar al sentirme dueña de mi
realidad y de mi destino, que no tenía que continuar como lo estaba viviendo, había algo más… algo más dentro de cada uno de
nosotros que nos permitiría afrontar el día a día y las metas con entusiasmo,
fortaleza y decisión.